Llevo varios días escuchando y leyendo opiniones varias alrededor de la controvertida ley propuesta por la ministra de cultura, y no he dejado de “flipar”. A todos los que defienden esta ley les haría una simple pregunta: ¿Me juraría que jamás se ha bajado nada de internet o visionado algo sin pagar por ello? Porque obviamente todo el mundo tiene derecho a opinar lo que quiera (¡sólo faltaría!), pero me enciende ver esa falsa dignidad y mirada por encima del hombro de “yo siempre descargo en itunes o compro dvd's”. Sí, claro, y las vacas vuelan.
Dejando de lado esto, considero que el tema de fondo es muy complicado y esta ley es completamente absurda, puesto que no tiene en cuenta los tiempos que corren. La sociedad está muy avanzada tecnológicamente y no se pueden poner medidas de hace 20 años: cerrar webs como quien cierra tiendas que venden productos de contrabando. Primero porque podía ser un precedente muy peligroso (¿se podría utilizar para cerrar webs “molestas” o no “políticamente correctas” con la excusa de incluir un enlace “no deseado”?). Y segundo, porque el internauta es más listo y encontraría la manera de seguir consiguiendo ese material (si un blog no tiene publicidad, y por tanto no se lucra, puede colgar una peli o serie sin problema, ¿no? Porque se ve que el problema es sólo lucrarse con ese material, según dicen...).
Para empezar, debo decir que la base de la defensa de los derechos de autor la comparto, ya que realizar un disco, una película o una serie vale mucho dinero. Pero puede que no tanto, en proporción, como lo que vale un disco (20 euros) o ir al cine (7,50 un festivo en Barcelona, porque te vas a los alrededores y sorprendentemente el precio varía algunos euros y es la misma cinta) y ahora que la gente ha descubierto la fórmula de conseguirlo gratis, es difícil cambiar esa mentalidad. Por tanto la reforma tendrá que ser muy profunda, meditada y estudiada y nunca responder a presiones de la SGAE, como mucho me temo está ocurriendo ahora.
El caso del disco lo considero algo menor que el de la industria audiovisual, ya que siempre quedarán los conciertos, puesto que en el negocio del soporte físico de la música los que pierden son sobretodo las discográficas. Yo suelo comprarme discos de cantantes o grupos que me gustan mucho y por tanto ese dinero resulta bien invertido. Pero nunca me compré en el pasado ni me compraré ahora ni nunca un disco por una canción. Simplemente lo que antes gravaba en cassette de la radio, ahora lo bajo de internet. Ni les regalaba el dinero antes y ni se lo daré ahora. Además, en este campo han surgido un par de respuestas -en un principio- legales, buenas e interesantes: por un lado está Itunes, portal donde comprar canciones a buen precio avalado por la marca de la I más popular del momento y que conlleva un éxito asegurado. Y si aún no ha despegado del todo, sólo es necesario que se convierta en algo tan moderno e indispensable como tener un Ipad, un Iphone o un Mac, chucherías electrónicas por las que la mayoría daría (y da) buena parte de sus ahorros sin rechistar (¡ojo! Que yo también me pirro por un Iphone, pero eso no quita que no me considere a mi también víctima de las modas en electrónica). La segunda gran propuesta (y aunque sé que hay otras similares, ésta es la que conozco) se encuentra Spotify, una web para escuchar la música que quieras gratis con la única condición de tragarte publicidad. Una especie de radio personalizada, en definitiva. Y si la quieres sin interrupciones, has de pagar una subscripción. Me parece una idea brillante si la página funciona tal y como la entiendo, ya que el consumidor no ha de pagar en un principio, la página se beneficia por la publicidad y los derechos son cobrados por sus autores. La única pega es que desde un MP3 no se pueda acceder (desconozco si a través de un reproductor con internet se puede acceder, posiblemente sí, ya que creo recordar que había Spotify para móvil). Puede que por aquí puede andar el futuro lógico de la música, y por tanto señores, la música no desaparecería. Y en cuanto a soporte físico se refiere, imagino el disco relegado a la altura del vinilo, convirtiéndose en un soporte para coleccionistas y melómanos.
El caso del cine y las series es más complicado, porque aquí no han salido alternativas interesantes y por tanto habría que rascarse un poco más la cabeza en busca de ideas. Sí que es verdad que el auge del formato 3D es una respuesta a la piratería, ya que en un principio es algo de lo que se sólo puedes disfrutar en el cine, de ahí que la película más vista de este año sea Avatar, ya que la (única) gracia de este largometraje era ver sus espectaculares efectos en tres dimensiones. También es curiosamente la más descargada, en respuesta me imagino a la gran expectación que trajo consigo el último trabajo de James Cameron.
Producir una película es algo muy caro (millones y millones), y estoy de acuerdo en que aquí el consumidor no debe ser tan pillo. La crisis del sector está afectando ya a la producción de grandes títulos como la nueva de James Bond (parada indefinidamente cuando se estaba a punto de empezar a rodar) o la siempre aplazada precuela de El señor de los anillos, El Hobbit, aunque parece que aquí finalmente el rodaje es casi inminente. Para mi el placer de ver una película en el cine es insustituíble, es un acto social sin el que no concebiría mi vida. Pero creo que hay mucho abuso en precios en taquilla, y en época de muchos estrenos, no te puedes dejar tanta pasta en el cine, y menos si vas con toda la familia (multiplicad si por ejemplo van 4 miembros a ver la misma película). Debería haber un ajuste de precios, equiparar los precios de ciudad con los del extraradio ya me parecería genial.
Pero, aún con esta medida, puede que la peli se te haya pasado, o simplemente quieras ver un clásico de los años 50. ¿Qué haces entonces? Porque no te vas a comprar un dvd original sin saber si esa película te gusta. La podrías alquilar, pero resulta que los videoclubs, ese lugar que era de obligatorio el peregrinaje semanal para mi, han desaparecido prácticamente. Pues la buscas por internet, ni más ni menos. Porque la red te ofrece la posibilidad de acceder a títulos muy conocidos, pero también a los grandes clásicos e incluso a películas nunca editadas en España (en este aspecto, yo ya he visto unas cuantas...). Y eso, ¿no es cultura? ¿A qué estamos esperando para proteger un acceso tan fácil a la cultura como éste? Sí, nos olvidamos de los derechos de autor, lo sé. ¿Pero no habría una forma de hacer compatibles las dos cosas? Antes de responder, a ello, continuaré con otro tema del mundo audiovisual.
¿Qué hay de las series? En los últimos tiempos hay un boom increíble en este aspecto y sin duda, aparte de a la calidad de muchos de los últimos títulos, hay que deber este tema a la red. Ella ha permitido que mucha gente conozca y siga series como Dexter, Como conocí a vuestra madre, Fringe, The Big Bang Theory... y Lost. Sí, Lost es el mejor ejemplo. Serie maltratada en su día en televisión con contínuos cambios de día y hora que se convierte en un fenómeno de masas en internet a nivel mundial, cuyos seguidores crecen día a día... y tal es el revuelo que otra cadena decide emitirla años después, provando con mayor o menor acierto la emisión a la semana del estreno e incluso la emisión simultánea con EEUU en el capítulo final. ¿No es eso una auténtica revolución del sector audiovisual? ¡Antes tardaban incluso años en estrenarse las series del otro lado del charco! Además, ¿quién me negará que el 90% de los dvd's que se han vendido de esta serie no son de fans de Lost que han seguido la serie en la red? ¿Quién decía que internet no daba dinero al creador? ¿O es que acaso se quiere poner freno a la llegada de las producciones estranjeras porque pueden dejar en ridículo a alguna española? (espero que no sea ésta la razón, todo sea dicho, porque sería directamente ruin). Vivimos en una sociedad globalizada, donde lo que escribimos en la red lo pueden ver al segundo en todo el mundo, por tanto, no se puede pretender que la programas emitidos en Estados Unidos no lleguen en cuestión de horas a nuestro país.
¿Qué hacer por tanto? No soy experta en tecnologías, ni en enformática, ni en derecho, ni posiblemente en nada de lo que estoy hablando. Soy una simple usuaria de la red y amante de la música, el cine y la series. Pero me cuesta creer que no haya una solución para esto. ¿Quizás una especie Spotify de cine y series donde visionar material audiovisual gratuitamente a cambio de alguna interrupción publicitaria? Megaupload ya pone el límite de los 72 minutos, yo casi prefiriría 10 minutos de publicidad, lo que daría beneficios a la web y se podrían pagar también los derechos de autor. No sé si es factible o no, pero quién sabe. Quizás alguno de nosotros tenemos la solución para poder seguir disfrutando de la cultura fácilmente, sin más costes de los justos y necesarios, en el que todos ganemos, creadores y público, y así poder seguir escuchando música, viendo películas y disfrutando como enanos de las mejores series por siempre.